Lo que los enjambres nos enseñan.
Tanto las abejas como las hormigas, tienen una asombrosa capacidad para tomar decisiones en grupo y realizar las acciones consecuentes, basado en tres premisas de los equipos inteligentes:
– Control descentralizado
– Respuesta a señales locales
– Reglas básicas simples.
En 2007 era profesor de la cátedra de Administración básica para la carrera de Finanzas de una universidad en Bogotá. Mientras esperaba el turno en la peluquería, hojeé una revista National Geographic y me encontré con este titular: “La Teoría de los Enjambres: Una sola hormiga o abeja no es inteligente, pero sus colonias sí lo son”.
Perdí el turno del corte por estar leyendo el artículo de 7 páginas, en donde su autor, Peter Miller, exponía la manera como los enjambres (abejas, hormigas, caribúes) tenían un sistema de comunicación tan eficiente colectivamente, que resolvían los problemas propios de la comunidad con velocidad y precisión.
“Criaturas sencillas que siguen reglas simples, cada una de las cuales actúa según información local. Ninguna ve el panorama general. Ninguna le dice a la otra qué hacer. No necesita liderazgo. Los comportamientos complejos pueden coordinarse mediante interacciones sencillas”. Es un aparte del artículo que resumen todo el concepto de inteligencia colectiva.
No existe jerarquía funcional, sino de supervivencia. En un enjambre de abejas, por ejemplo, la Reina sólo se limita a poner huevos. Y todas las demás se encargan de mantener viva la colmena (excepto los zánganos que preñan a la reina y mueren en el acto). Saben de su importancia porque es la que garantizará la supremacía de la especie. Recibe cuidado especial por esa función, pero no porque tome decisiones que lleven a la colmena a otro nivel. Nadie toma decisiones de manera individual, estas se toman siempre en conjunto.
¿Por qué actúan como si se conocieran de toda la vida?
Porque el sistema de comunicación es de alta precisión, por un lado; y porque hay muchos individuos recogiendo información constantemente, y la comunican al resto del grupo con esa frecuencia, por el otro. La inteligencia es colectiva. Es el real trabajo en equipo.
James Surowiecki, autor del libro “Cien mejor que uno”, concluye: “Cualquier grupo que siga las reglas de las abejas se hará más inteligente”.
Suena sencillo si lo extrapolamos a los humanos (que es la idea de este artículo): Es cuestión de ponernos de acuerdo. El punto es que durante toda la historia de la humanidad, poner de acuerdo a las personas es de las cosas más difíciles porque impera la actitud individualista de resolver “mis problemas”, en lugar de resolver los “nuestros”. De acaparar la información sin compartirla para obtener ventaja competitiva, supuestamente. Al final, somos medidos por lo que logramos como especie y no como individuos. De ahí que copiar el modelo de las abejas sea una posibilidad.
¿Qué tiene un enjambre que no tengamos nosotros?
Lo que hace especial a un enjambre es que cada uno de sus miembros sabe qué es lo que tiene que hacer y lo hace. Sin dudar. Actúa con lo que tiene que hacer y a la hora que debe hacerlo. Miller expone: “Un grupo no será inteligente si sus miembros se imitan unos a otros, siguen modas servilmente o esperan a que alguien les diga qué hacer”.
Cuando un grupo es inteligente, depende de que sus miembros hagan su parte. De eso saben los enjambres porque son muchos individuos trabajando al mismo tiempo y de manera constante para el beneficio de la próxima generación. La humanidad hoy pareciera no pensar en las próximas generaciones. Ahí la diferencia.
¿Imagina los resultados que puede lograr su equipo o su familia si tuviera la capacidad de ser tan inteligente colectivamente como un enjambre?
(Estas son las coordenadas del artículo: Teoría de los enjambres. Autor: Peter Miller. National Geographic, ISSN 1138-1434, Vol. 21, Nº. 1, 2007, págs. 90-111)