Confiar en que las cosas van a suceder
Para poder hacer jazz hay que confiar en que las cosas van a suceder.
Silvia Ribeiro.
Una vez le preguntaron a Silvia Ribeiro –cantante de jazz portuguesa cuya característica visible antes de incursionar en ese género musical era su perfeccionismo: ¿Cómo es posible que una mujer tan perfeccionista termina haciendo jazz, un género que propone todo lo contrario? Ella respondió: «Porque para poder hacer jazz hay que confiar en que las cosas van a suceder, y ser perfeccionista me estaba cerrando un mundo de posibilidades«.
Una de las cosas que se necesita desarrollar con alto nivel durante el ejercicio docente (fui docente en un par de universidades en Colombia y formador en industrias culturales), es la capacidad de contar historias. Como muchos sabrán, no basta con solo compartir un conocimiento y una información a unos estudiantes para sentirse satisfecho con la labor pedagógica. Hace falta crear un contexto donde esa información tenga sentido, y ese contexto se logra a través de una historia.
Durante mi segundo año en la docencia, decidí estudiar Programación Neurolingüística con la intención de adquirir herramientas de comunicación que esta metodología promete. Más allá de querer ser coach, aunque lo terminé siendo. Debo reconocer que aplicar estas técnicas de la PNL le daban mucho dinamismo a las clases, y los niveles de aprendizaje de los alumnos iban en alza. Una de esas herramientas eran las metáforas: contar historias de tal manera que tenga un efecto pedagógico en el estudiante. Sin embargo, no tenía la menor idea de cómo armar esas historias. Busqué entonces ayuda con un amigo, Bernardo García, que además de ser un talentoso y disciplinado actor de cine, teatro y televisión, era un referente en el género llamado LA IMPRO(visación) TEATRAL. Le pedí que me enseñara a improvisar para mejorar la manera como yo dictaba mis clases, y para poder contar historias con lo iba sucediendo en las mismas.
Lo primero que hizo Bernardo fue ponerme a jugar. De plano ya me entraba en reversa esa metodología. ¿Cómo es que un adulto como yo se iba a poner a jugar para aprender? La explicación: no hay forma posible de entender (y de aprender) la impro sin jugar. Y lo segundo, fue invitarme a ver un espectáculo de improvisación EN VIVO (por eso la empresa que dirijo se llama así) para que yo conociera desde afuera cómo funcionaba la dinámica.
Fue uno de los momentos más epifánicos de mi vida pues descubrí que la improvisación no solo era un espectáculo cultural en donde los actores eran retados a contar historias con base en lo que espontáneamente el público les pedía, sino que era todo un sistema de escucha que consiste en (puedes ver el artículo: estoy aquí para ti):
Todos los actores proponen, aceptan, se adaptan a lo que reciben y mantienen el hilo conductor de una historia.
El nivel de escucha está enfocado en construir el contenido y no en bloquear al colega. De hecho, bloquear es penalizado.
Pero principalmente, el éxito está en la confianza que se tienen (a pesar de que no se conozcan). Es decir, no tienen tiempo para fijarse -y menos detenerse- en las minucias o detalles de primero entender para después actuar. Entienden actuando y entre menos se pregunten «¿qué está pasando? «, más poder reciben para desarrollar la historia.
Entonces, más que un sistema de escucha, terminó siendo una plataforma de confianza donde -pase lo que pase- las cosas siempre van a suceder.
Busqué la improvisación para aprender a contar historias y terminé encontrando un sistema efectivo y potente de comunicación ágil. Claro, aprendí a contar historias, pero primero siendo consciente de que para contar una historia hay que escuchar muy bien, y que independiente de la historia que se esté contando, hay que confiar en que al final las cosas van a suceder. Desde ese mismo instante comencé a bajarle al control de cada clase dictada para comenzar a confiar en el ritmo y entusiasmo que los alumnos ofrecían para su aprendizaje.
Entendí que ser docente (o líder o padre) no implica controlar el proceso (desde la autoridad como suele suceder), sino aprender a confiar en él.