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Qué es la Armonía empresarial

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Según la teoría de los enjambres, al conjunto de individuos que trabajan juntos con la intención de resolver un problema comunitario se le llama ENJAMBRE. Los hay de varios tipos: avispas, hormigas abejas, ñus, cardúmenes, etc. Todos tienen la misma conducta: trabajar de manera colectiva para preservar la especie. Estos se caracterizan por tener un grado de precisión en su comunicación y acciones que –se supone– solo la especie humana lo supera. Aunque  los humanos no funcionamos como enjambres, buscamos la armonía empresarial.

Cuando uno ve trabajar a un enjambre nota algo particular: las cosas suceden de manera casi perfecta. Es imposible no notar el movimiento coreográfico, la precisión, y la efectividad. A ese efecto coreográfico –en música– se le llamaría ARMONÍA: cuando las notas y los silencios están dispuestos de tal manera que logran emocionar al público durante la ejecución musical. 

En el contexto corporativo, se tiende a llamar ARMONIA cuando el ambiente está calmo, las cosas funcionan con la precisión de un reloj, y los resultados saltan a la vista. Eso implica flujo de procesos y comunicación alineados, en una aparente calma a pesar del movimiento.

En la definición de ARMONÍA (musical) , podría encontrarse un texto como: «Aquel conjunto de notas que al combinarse dan soporte a la melodía,  tiene un alto valor estético y funcional, y se encarga de emocionar a la audiencia». (Soy un total convencido de que la música -sin armonía- no emociona). Sin embargo, la definición adquiere aún mucho más poder cuando -en lugar de solo centrarse en que la armonía da soporte a la melodía- esta se centra en que todas las notas se soporten mutuamente. Se ajustaría la definición un poco y nos daría como resultado algo así:

«Aquel conjunto de sonidos que al combinarse se soportan mutuamente, tiene un alto valor estético y funcional, y se encarga de emocionar a la audiencia».

 

Y es desde esa definición de armonía que adquiere mucho más sentido el concepto cuando lo llevamos al entorno empresarial.  Prácticamente nos arroja una potente definición de empresa, más allá del tradicional «Conjunto de personas en busca de lograr un objetivo común«. Sería algo como:

 

«Armonía empresarial: Aquel conjunto de personas y recursos que -al combinarse (mezclarse) se soportan mutuamente,  tiene un alto valor estético y funcional, y se encarga de emocionar al cliente (público)».

 

Si lo desgranamos podríamos entender -casi filosóficamente- el asunto a mayor profundidad. Vamos a por ello:

«Aquel conjunto de personas y recursos» todos los miembros del equipo más los demás recursos de la organización (activo corriente, fijo, etc).

«Que al combinarse (mezclarse)». Para lograr la eficiencia, se requiere la precisa ubicación de las personas y recursos dentro del contexto sobre el que se quiere resolver un problema a la comunidad. Combinarse significa que no pueden trabajar como individuos aislados, o como silos, sino que tienen que interactuar constantemente. Esta es la etapa más difícil de alcanzar. Es la que nos diferencia de los enjambres. Sobre todo en el concepto de inteligencia colectiva. No somos aún muy inteligentes al respecto.

«Se soportan mutuamente»: Lo interesante de esta parte de la definición es que la palabra soportar tiene dos significados que encajan. Por un lado, el soportar se refiere a «dar soporte». Esa situación en donde unos se apoyan en otros (y viceversa), piden ayuda y avanzan en pro de resolver cada situación. Por otro lado, manifiesta tácitamente, que no todos tienen que quererse para darse soporte. Entonces, no solo se dan soporte sino que también se soportan porque a pesar de que no se quieran o no simpaticen, lo importante es trabajar juntos. No es un tema de amor, es un tema de supervivencia colectiva. 

«Tiene un valor estético y funcional, y se encarga de emocionar al cliente (público)«. La empresa se centra en resolver problemas (funcional) agradándole al cliente (estético).Y ese agradar debe ir anclado a una emoción que le permita recordar positivamente a la organización, con la firme intención de revivir la experiencia cuantas veces sea posible. Si alguna de estas no sucede, no habrá empresa.

Entonces, la armonía deja de ser un elemento más de la musicalidad corporativa para convertirse en el gran objetivo –al igual que en la música– de esa orquesta llamada empresa: ¡EMOCIONAR!

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