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Ghosting ..¿de qué va esta detestable práctica?

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«Prometer para meter y después de haber metido, olvidar lo prometido».

Refrán popular.

 

En días pasados recibí una llamada de una empresa. Me pidieron una propuesta para entrenar a su grupo comercial en técnicas de Storytelling. La envié al otro día de la llamada. De vuelta, recibí un mensaje de voz que anunciaba que les había gustado mucho la propuesta y que se habían decidido por ella para el entrenamiento. Me pidieron una reunión para conocernos y ultimar detalles, y en esta me dijeron que me llamarían antes del 28 de marzo para concretar. Jamás volvieron a llamar.  Cuando les he escrito y llamado, jamás contestan. ¿A alguien le ha pasado algo similar?

Ghosting, término en inglés que significa esfumarse (como un fantasma), y se aplica a aquel hecho de desaparecer –sin dejar rastro– de una relación personal, laboral, profesional o de cualquier tipo.  Es un mal que ha afectado a 1 de cada 4 personas según el Journal of Social and Personal Relationship

Es un concepto que va ligado al de «responsabilidad afectiva«, que no es otra cosa que tener muy claro que nuestras acciones tienen impacto en las personas que nos rodean y que por tanto se debe ser muy preciso y concreto a la hora de expresar las expectativas cuando se establece una relación. En otras palabras, dejar de andar por la vida prometiendo cosas que se saben que no se van a cumplir, solo por obtener un beneficio de manera solapada. Si bien suena a que aplica para las relaciones de pareja, tiene todo el sentido aplicarla a otro tipo de relaciones: las laborales y las comerciales, por ejemplo.

Entrar a un almacén –sabiendo que no vas a comprar- y poner a quien te está atendiendo a dar vueltas contigo, para luego irse diciendo «voy a dar una vuelta y vuelvo», forma parte de la irresponsabilidad afectiva que menciono. Otros más osados dicen: «Guárdemelo, voy a dar una vuelta, y vuelvo a comprarlo». Jamás vuelven. Eso es «Ghosting comercial«. 

 

¿Por qué es detestable esta práctica?

 

Porque cuando se establecen conexiones con otras personas -independiente del tipo de conexión- se genera de inmediato una expectativa por las promesas que aparecen, tanto de manera implícita como anunciadas. Cuando la conexión es un poco más estrecha, la expectativa aumenta, razón por la cual mantenemos un vínculo emocional y mental con esa nueva relación. Si una persona, luego de esas promesas, desaparece sin dar explicación y sin dejar rastro (no contesta llamadas, no responde mensajes, etc), se puede causar en dolor (sicológico) pues la persona al no saber la razón del «ghosting», tiende a auto-señalarse como culpable aun sin tener claridad de qué fue lo que pasó. Y eso trae como consecuencia ansiedad alta, baja autoestima, estatus bajo, desconfianza, aislamiento y hasta deseos de venganza.

 

Si existe un mínimo de responsabilidad, esa expectativa que se genera debe ser aclarada con una buena comunicación, no solo en la precisión sino en la oportunidad.  Por eso es muy importante que todas las partes involucradas tengan claridad de lo que pueden esperar de la relación.

 

Eso del Ghosting me resulta inentendible: personas que le prometen a otras que estarán para ellas incondicionalmente, pero después de haber obtenido el beneficio, huyen despavoridamente; reclutadores que desaparecen luego de que deciden que el candidato que estaba en la lista ya no pasa a la siguiente ronda, aún cuando les dijeron «apenas tomemos una decisión, te llamamos»; candidatos que no aparecen el primer día de trabajo, luego de un largo proceso de selección porque consiguieron otro mejor; y empresas que solicitan propuestas y cotizaciones con urgencia extrema pero que de un momento a otro, se esfumen sin dar explicación alguna. 

 

En cualquiera de los ejemplos que pongo, ninguno vuelve a responder una llamada. ¿Y ese esfuerzo (físico y emocional) que se hizo para entregar lo que esperaban recibir? Al traste. 

 

Quiero exponer algunas razones que pueden servir de piso para permitirse hacer ghosting: 

 

  1. Hemos perdido la empatía, y solo nos importa nuestro beneficio individual. No contentos con que la empatía ya no sea importante, también perdimos los valores. Sobre todo, esos que dictan que hay que respetar la integridad de las personas. 
  2. Nos cuesta enfrentar las conversaciones difíciles, protegiendo a toda costa la posibilidad de quedar bien al evitarlas. La cobardía como máxima. Aunque también hay personas que no ofrecen la suficiente confianza para darles explicaciones y termina siendo más barato salir corriendo. 
  3. Somos demasiado egoístas ( y arrogantes), y solo nos preocupamos por el bienestar propio. Primero, yo. Segundo, yo. Tercero, yo. O callar porque «da miedo» que la otra persona «salga lastimada«. Decir «la verdad», no lastima. La indiferencia, sí.
  4. Contemplamos la deshonestidad y la mentira como opción con tal de obtener aquello que esperamos recibir.
  5. Parece que nadie nos enseñó a decir NO, y menos a ser oportunos y asertivos al respecto. 
  6. Nos gusta abrir círculos pero nos aterra cerrarlos. No tenemos ni idea de qué es la reciprocidad.

 

¿Cómo contrarrestarlo?

 

Aunque nunca faltará la persona cobarde que preferirá mil veces desaparecer que enfrentar, es posible minimizar el impacto de un «ghosteo«:

 

  1. Ser responsables desde el inicio de cada relación y en cada interacción, aclarar cuales son las expectativas y alcances de cada encuentro.
  2. Establecer un ambiente de confianza en donde las partes puedan conversar sin miedo a las consecuencias.
  3. Ante la duda, siempre preguntar. Pero podemos ir más allá. Siempre preguntar (intenciones, expectativas, alcances, etc)  así no exista duda. Evitar presuponer.

 

Confucio decía: «Haz a otros lo que te gustaría que te hicieran a ti«. Y es claro que a nadie que se siente entusiasmada en una relación (por incipiente que sea) le gusta que le hagan ghosting. 

 

Para la próxima vez que necesites decir que no, o que ya no necesitas a alguien en tu círculo, dilo. Si te escriben un mensaje por whatsapp, respóndelo. Si te mandan un correo, replícalo; si te llaman, contesta o devuelve la llamada. No tienes que responder con mentiras en tu explicación, simplemente di la verdad del asunto, asertivamente, que a pesar de que esta duela, estás ayudando a que ese círculo se cierre y por ende, a que desaparezca la expectativa. Solo con un círculo cerrado, se puede avanzar con tranquilidad.

 

Ricardo Gómez Garzón

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